El último show de Elvis Presley: la canción del final y los cambios físicos que anunciaban su muerte próxima

El 26 de junio de 1977 se presentaba por última vez en vivo. Moriría menos de dos meses después. Cómo fueron sus últimos días de excesos de comida y opiáceos. La ambición desmesurada de su manager. Y el final del artista doloroso y público

La explotación de Elvis Presley, mirada a la distancia, parece inconcebible. Las giras de ese año fueron un desgaste innecesario. Nadie podía siquiera sospechar que estaba en condiciones de afrontar ese esfuerzo. La adicción a los opioides y otros medicamentos, la dieta descontrolada, el alejamiento del mundo real, la falta de entusiasmo por lo que estaba haciendo, las relaciones conflictivas con sus parejas estables (y también con las fugaces) que lo rodeaban y el enrarecimiento progresivo de sus contactos con las mujeres en general. A todos esos problemas se le sumó otro. La preocupación por un libro que estaba por aparecer.

Tres de los guardaespaldas de Elvis fueron despedidos a fines de 1976. Uno de ellos, Red West, había sido compañero de colegio de Elvis y trabajaba junto a él desde antes de su explosión, desde 1955. Su primo Don West también estaba en los huestes de Presley desde fines de los 50. El tercero, Dave Hebler, había empezado a trabajar con los primeros shows de Las Vegas. Los motivos de los despidos nunca quedaron demasiado claros. El Coronel Parker, representante de Elvis, dijo que se trató de un recorte presupuestario ya que los shows se habían espaciado. Los guardaespaldas insistieron en que fueron desplazados porque ellos tres fueron los únicos que se opusieron al estilo de vida que estaba llevando Presley, los que se opusieron a que se siguiera matando.

Los tres se juntaron con un periodista que trabajaba en dos diarios sensacionalistas y le pidieron que oficiara de ghost writer. Steve Dunleavy desgrabó los testimonios de los guardaespaldas y escribió un libro repleto de intimidades escabrosas. Una enorme venganza.

Allí se contaba por primera vez la relación de Elvis con las drogas, el abuso de los medicamentos prescriptos, los problemas con las mujeres y otras intimidades más. Un típico producto amarillo y polémico que fue editado en julio de 1977.

Pese a las escandalosas revelaciones, el libro empezó su carrera comercial sin demasiada fuerza. Los fans de Elvis no querían escuchar cosas feas sobre su ídolo. Pero Elvis What Happened? fue uno de los libros más oportunamente lanzados de la historia. Menos de un mes después de su publicación, Elvis fue encontrado muerto. Y todos los que no quisieron leer antes, lo compraron para tratar de entender qué había sucedido. Fue un best seller inmediato. En Estados Unidos vendió casi 4 millones de copias.

Allí, entre otras muchas cosas, se contaba que luego de la separación de su esposa, Priscilla, Elvis ingresó en una pendiente difícil de detener. Que la relación con las mujeres era más mística y espiritual que sexual, que salía con chicas muy jóvenes de las que se enamoraba enseguida (o al menos eso les decía) y que les proponía matrimonio, con lujoso anillo incluido, en la segunda o tercera salida -en realidad no salían: las chicas eran llevadas por algún asistente a Graceland. De esa manera conoció a Ginger Alden, su última novia, la veintiañera que lo encontró muerto en el baño.

El Coronel Tom Parker manejó la carrera de Elvis con mano firme y se mostró inclemente. En 1977 no tuvo en cuenta el estado de Elvis y siguió explotando su figura (Mark and Colleen Hayward/Getty Images)El Coronel Tom Parker manejó la carrera de Elvis con mano firme y se mostró inclemente. En 1977 no tuvo en cuenta el estado de Elvis y siguió explotando su figura (Mark and Colleen Hayward/Getty Images)

Los últimos años de Elvis habían sido bastante parecidos entre sí. Lo único que los diferenciaba era que cada año era un poco peor que el anterior. Discos malos, perezosos; actuaciones en vivo erráticas, sin el menor rigor, en las que el público salía siempre defraudado; y un físico cada vez más vapuleado que mostraba, en cada desconcertante aparición pública, un deterioro evidente.

No es casual que de todo el ejército de imitadores de Elvis que pululó en todos estos años, la mayoría emule al último Elvis, al de mediados de los 70. Ese Elvis es una caricatura de sí mismo. Pero una caricatura cruel, hecha sin ternura, que sólo resalta los costados sórdidos del personaje, que olvida su genio. Las patillas enormes, el sobrepeso, la papada de múltiples pliegues, las camisas abiertas, la transpiración demasiado abundante, los movimientos toscos, poco gráciles, el jadeo trabajoso, el ritmo respiratorio en la frontera del Epoc.

Sus pasos de baile se volvieron grotescos, lo mismo que esas tomas de karateca que improvisaba en escena (más de una vez y ante la permanente suba de peso, en medio de esos movimientos se le rompió la entrepierna del pantalón). Sin embargo en la mayoría de sus presentaciones seguía habiendo destellos del artista que menos de dos décadas antes había estremecido al mundo.

A pesar de su estado físico seguía exudando sexualidad, seguía imantando a las audiencias y cada tanto su voz volvía a aparecer en gran estado. Ese traje blanco cada vez más apretado, con sogas colgando, con el cuello levantado, en otro hubiera quedado ridículo pero a él no. En esos momentos todos recordaban que ese hombre seguía siendo Elvis Presley, el Rey.

El paisaje de esa época del Rey del rock es desolador. Su soledad estremece. La paradoja es evidente. El contraste que produce el no poder moverse en público por su fama extrema, por las pasiones que motiva, y la soledad y el vacío en el que vivía.

Después de muchos años sólo dedicado al cine, Elvis hizo su gran regreso a las actuaciones en 1968 con un especial que significó una conmoción y relanzó su carrera. Luego sería el tiempo de las residencias en Las Vegas (Michael Ochs Archives/Getty Images)Después de muchos años sólo dedicado al cine, Elvis hizo su gran regreso a las actuaciones en 1968 con un especial que significó una conmoción y relanzó su carrera. Luego sería el tiempo de las residencias en Las Vegas (Michael Ochs Archives/Getty Images)

Elvis Presley se fue muriendo a la vista de todo el mundo. En vivo y en directo. La degradación fue pública pero seguía recibiendo vivas, aplausos y bombachas y corpiños sobre el escenario. Casi incitado a ir por más, a caer más bajo.

Por primera vez en su carrera en abril de 1977 tuvo que suspender presentaciones. Tuvo un colapso –algunos hablan de una sobredosis- y fue trasladado de urgencia a una clínica y luego a Graceland. Pero esos tres shows se reprogramaron para la siguiente salida a la ruta pocas semanas después.

Dentro de su séquito iba el médico de siempre y otro más al que se acercaron para conseguir más recetas. El coronel Parker y los guardaespaldas habían diseñado un plan para poder repatriarlo a Graceland en caso de que muriera estando de gira y así evitar tener que afrontar la desagradable situación lejos de su casa.

El show de Indianapolis cerraba la quinta gira del año que emprendía Elvis Presley. Un número demencial teniendo en cuenta su estado. Como un acto de justicia poética, su último show, el del 26 de junio de 1977, lo encontró en mejor forma que el resto del año. El Rey se despidió con una actuación magnética y a la altura (desmesurada) de su leyenda.

 

 

Compruebe también

Telefe envió una nueva carta interna a su personal en medio de las versiones por una posible venta

Telefe envió una nueva carta interna a su personal en medio de las versiones por una posible venta

Mientras crecen los rumores sobre la venta del canal, desde la empresa emitieron un nuevo …

Charly García será distinguido con el Doctorado Honoris Causa por la UBA

Charly García será distinguido con el Doctorado Honoris Causa por la UBA

La Universidad de Buenos Aires reconocerá su aporte a la música popular y su influencia …

Comentários no Facebook