Es enfermera y decidió no volver a su casa por los escraches: “La semana pasada nos aplaudían y hoy nos tienen miedo”

tiene 31 años, vive en Corrientes pero trabaja en Chaco. Sus padres, en edad de riesgo, le pidieron que no regrese a la vivienda que comparten.

Desde que la Organización Mundial de la Salud declaró pandemia al coronavirus, el foco de atención está puesto en los profesionales de la salud y los que atienden la emergencia. Destacados por la mayoría como “héroes anónimos”, pero en los últimos días pasaron a ser vistos como posibles propaladores de la enfermedad. Y por este motivo comenzaron a conocerse historias de escraches a médicos y enfermeros.

“No es discriminación, es como un rechazo al personal de salud”, dice Tamara Rutti, una enfermera de 31 años que decidió no volver a su casa para proteger a su familia y evitar los escraches.

Desde hace 11 años, Tamara viaja todos los días desde Corrientes, su provincia natal, hasta Chaco para trabajar en el Hospital Julio C. Perrando. Pero su rutina cambió cuando se conocieron los primeros casos de contagio por COVID-19: debió instalarse en Resistencia para resguardar la salud de su familia. “Tomé la decisión porque mis papas son personas de riesgo y no los quería exponer”, contó la joven a minutouno.com.

Sus turnos son de 8 horas, a veces de 16, a veces no sabe cuándo termina, pero siempre son rotativos para cubrir la mañana, la tarde y la noche. “En enfermería se trabaja las 24 horas los 365 días del año”, aseguró y a raíz de la pandemia de coronavirus, su vida personal, como la de muchos otros profesionales, también cambió.

El Hospital Perrando es uno de los centro de contención con la recepción de pacientes y allí diez profesionales de la salud se contagiaron de coronavirus. Por lo que, el gobernador de Corrientes decidió prohibir que los cerca de 20 médicos y enfermeros que trabajaban en Chaco cruzaran a diario el Puente Inteprovincial que une a las dos provincias. “Fue como una cachetada pero respeto la decisión del gobierno”, aseguró Tamara.

“Se que la decisión es para preservar a la gente, pero nosotros como personal de salud tenemos que trabajar porque, más allá del coronavirus, la gente se sigue enfermando, las mujeres embarazadas siguen dando a luz. Y un día no pudimos volver a pasar de una provincia a la otra”, manifestó.

“Corrientes y Chaco siempre fueron dos provincias muy unidas y ahora, por culpa de esta pandemia es todo lo contrario. Para nosotros lo normal era pasar de un provincia a otra y ahora con este tema todo cambió”, señaló. “Tenemos dos universidades muy grandes y esto no solo afectó el intercambio de la gente que va y viene para trabajar, sino el intercambio de los que van a estudiar”, añadió.

La segunda víctima fatal en la Argentina por el covid-19 fue en Chaco y el miedo al contagio fue creciendo a su al rededor, al punto que su propia familia le pidió que no regresara. “Mis padres no querían que yo vuelva porque estaba trabajando en el hospital. Empezaron a tomar información de todos lados y se asustaron”, reveló Tamara. Y agregó: “Yo no puedo exponer a mi papá que es canillita, él sale todos los días a trabajar y no podía permitir que lo aíslen a él también”.

Desilusionada, Tamara cuenta que su profesión, que hace unos días era motivo de orgullo, hoy es rechazada. “Me parece muy loco que la semana pasada nos aplaudían y hoy nos tienen miedo. La gente está muy a la expectativa”, aseguró.

“Escuché historias de colegas que me dice que se suben al colectivo y la gente se sienta a dos metros, los miran raro. Es un rechazo”, señaló.

Aunque Tamara aún no tuvo contacto directo con pacientes con COVID-19, decidió cumplir con la cuarentena en Chaco y no dejar de trabajar, entendiendo que el sistema sanitario necesita de todos los profesionales y está convencida de la decisión que tomó cuando optó por quedarse a continuar con su labor como enfermera en el Hospital Perrando en el área de Terapia Intensiva.

“Yo venía a Resistencia a trabajar y nada más y allá en Corrientes tenía una rutina normal. Iba a clases de danza, al gimnasio, hacia otros cursos. Me privé de muchas cosas para mantenerme ocupada. Antes de que se decrete la cuarentena obligatoria yo ya me había auto aislado”, reveló.

“A mí particularmente me está costando esta cuarentena pero la respeto….Mientras trabajo lo hago profesionalmente, con seriedad y entereza”, resaltó la joven, que como muchos otros profesionales de la salud están viviendo el calvario inexplicable de vecinos que los rechazan, cuando son ellos los que están atendiendo y salvando la vida de los enfermos de coronavirus.

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