Mick Jagger cumple 80: sus 4.000 amantes, la tensa relación con Richards y cómo dejó la heroína por amor
Cómo fueron los inicios con los Stones. Los secretos de su longevidad y su relación con Jerry Hall. El supuesto romance con David Bowie. Todos los detalles de la vida del bisabuelo del rock
Por Matías Bauso
Algunos ya se deben estar vistiendo. Hoy a la noche, dentro de unas pocas horas, se celebrará una gran fiesta en el sur de Londres. Un cumpleaños de 80. Uno podría imaginar que la mayoría de los invitados serán ancianos, compañeros de vida del homenajeado, viejitos encorvados y nostálgicos, algunos familiares y no mucho más. Pero no: esta será una fiesta diferente. 300 invitados. Algo muy exclusivo y elegante. Rockeros, actrices, celebridades varias, miembros de la nobleza, políticos, empresarios, varias chicas jóvenes. Todos vestidos de gala, con prendas de los mejores diseñadores, adornados con joyas de valores obscenos. La seguridad se deberá esforzar para evitar intrusos, para tener a raya a los paparazzis, para alejar a los curiosos. El lugar será un gran jardín botánico, el Chelsea Physic Garden.
Esta noche, acaso esta semana, no habrá en todo Londres un evento más importante: Mick Jagger cumple (y celebra) 80 años.
El hombre de la longevidad prodigiosa, el amante voraz, el rockero ambicioso, el de las historias mitológicas de drogas y sexo, el showman carimástico, el de los pasos sensuales y enérgicos, el que entrena sin parar, el caballero de la Reina, el compositor de hits invencibles, el que tiene una relación amor-odio con Keith Richards, la mitad de los Glimmer Twins. Mick Jagger ha sido y es todo eso.
El bisabuelo del rock
La vigencia y plenitud de Jagger no se alimentan sólo de pasado glorioso y de leyenda. Tampoco de que posea un aspecto y una energía (casi) imposible para su edad. En él conviven las contradicciones. Rocker furioso y bisabuelo; rebelde y sagaz empresario; convicto y caballero británico; exitoso líder de la banda de rock más grande de todos los tiempos y solista sin demasiada fortuna; rey de los excesos y talibán de la vida sana y el entrenamiento.
Pero, lo central, es su lugar como parte vital de los Rolling Stones y su manera de reconfigurar un rol: el cantante de rock. Después de Jagger nada fue igual.
Su gran aporte (más allá de la imagen rebelde y salvaje que los Stones cristalizaron como el ideal del rock) fue delinear al frontman prototípico de una banda de rock. La sensualidad, la furia, el despliegue atlético, la actitud desafiante, los pasos propios, la presencia hipnótica, la entrega total. No hay cantante contemporáneo o líder de una banda que no esté influido, de manera consciente o inconsciente, por el estilo Jagger. Cada uno de los que vino después es su sucesor, todos le deben algo. Aun los que a simple vista no se parecen en nada; es posible que hayan forjado esa quietud, desarrollado ese minimalismo impasible, en oposición a la exuberancia de Mick.
Es, sin dudas, uno de los más grandes performers de la historia del espectáculo.
Tiene clara conciencia de que es una estrella. Esa convicción lo acompañó desde antes de la consagración. Una actitud frente a la vida.
No siempre se dice algo que de tan evidente queda oculto: Mick es un cantante extraordinario. Puede ser salvaje como en Gimme Shelter o Simpathy for The Devil, hacer algo que nunca había hecho con una ternura (y desamparo) desconocida en Angie, pasar al falsetto en Emotional Rescue o Fool To Cry, desafiante como en Satisfaction y sensual/sexual siempre. Las influencias están claras desde el principio: el blues, el soul y hasta el country. Pero esas influencias pasadas por su experiencia y su energía se transforman en algo bien diferente, en algo absolutamente personal y único. En una voz propia que miles intentaron copiar y apropiarse, aunque no pudieron. Parece sencillo ser como Jagger, es muy caricaturizable su estilo y sus tics, pero imposible lograr su estilo, su impronta.